Las heridas de la infancia son una especie de lesión afectiva que te impide llevar una existencia plena, son una huella que está tan dentro de ti que sale a relucir en la forma en la que te relacionas con los demás, de igual manera, pueden impedirte solucionar problemas con mayor soltura y resistencia.
Con seguridad, la gran mayoría de personas tenemos heridas con las que cargamos desde nuestra niñez. En algunos casos, esas heridas son pequeñas y no producen grandes afectaciones a tu vida, sin embargo, hay otras que son mucho más grandes y tienen un impacto psicológico en tu vida, haciendo que se desarrollen otras enfermedades como: ansiedad, depresión, problemas en las relaciones afectivas, pensamientos obsesivos, entre otros.
Hay muchas cosas que deben considerarse y que dan cabida a estas heridas, sin embargo, la más común de ellas, es un pasado infantil realmente traumático, en donde haya presencia de maltrato físico y violencia intrafamiliar, produciéndose una especie de temor al interior de la familia que impide el libre desarrollo del niño y promoviendo la aparición de traumas o miedos que lo acompañarán en la adultez.
Hay algo que debes tener en cuenta, y es que los niños son muy buenos captando impresiones y teniendo sensaciones, sin embargo, su capacidad de interpretación es muy baja, lo cual les impide tener una idea clara de la realidad y los puede hacer sentir culpabilidad de los problemas que se originan al interior de la familia.
Las heridas de la infancia se pueden generar hasta los 18 años y el niño-adolescente no tendrá los suficientes recursos para interpretar lo que sucede, esto indica, que las heridas que se han producido pueden ser mucho más fuertes y encontrarse muy arraigadas, por lo cual no saldrán a la luz, sino hasta que alcances una edad mucho más adulta en la cual empiezas a asimilar lo sucedido.
Desde mi perspectiva, las heridas emocionales que surgen con mayor frecuencia durante la infancia y la forma en la que suelen manifestarse durante la adultez, son:
El primer paso para curar alguna de las heridas que te mencioné antes, es aceptar que hay algo en tu interior que te está haciendo daño y afecta la forma en la que te estás relacionando con otros. La forma más efectiva de hacerlo es de la mano de un psicoterapeuta, que te ayude a comprender la raíz del problema y que te sirva de soporte en este proceso de sanación.
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